Cuatro potentes firmas de abogados acusan al Partido Comunista Chino de negligencia, alteración del orden público y responsabilidad estricta por realizar actividades ultrapeligrosas.
En el caso de California el bufete The Tu Firm solicita una compensación de 7 billones 355 mil millones de euros; la de Texas está impulsada por la organización «Freedom Watch» y exige 18 billones 388 millones de euros; la de Florida es de la firma Berman Law Group y pide 5 billones 516 millones de euros; la de Nevada pertenece al bufete Eglet Adams, que, aunque no ha especificado cifra, sí apunta a «billones de dólares».
La doctora Yan había venido prestando sus servicios en la Escuela de Salud Pública de Hong Kong, laboratorio de referencia de la Organización Mundial de la Salud (OMS), donde había tenido acceso a información científica que demostraba que su país había mentido sobre el origen del coronavirus, que, a día de hoy, se ha cobrado la vida de 948.000 personas en todo el mundo.
El COVID-19 «viene del laboratorio de Wuhan [el Instituto de Virología] y el laboratorio está controlado por el gobierno de China», ha declarado.
La versión de que el coronavirus tuvo su origen en un mercado de Wuhan es «una pantalla de humo».
Sus supervisores de la Escuela de Salud Pública trataron de silenciarla cuando trató de hacer sonar la alarma sobre la transmisión de persona a persona, en diciembre del pasado año.
Yan, que actualmente vive en un lugar protegido y desconocido de los Estados Unidos, hizo público, hace tres días, un informe científico de 26 páginas en el que afirma que el COVID-19 es un virus que fue manipulado genéticamente en un laboratorio para infectar a los seres humanos.
La demanda colectiva presentada en Texas afirma que "El COVID-19 fue diseñado por China como un arma de guerra biológica"
Son cuatro demandas colectivas las que se han presentado hasta la fecha en Estados Unidos. Todas exigen compensaciones millonarias.
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Un informe que también jugará un papel importante en las diferentes estrategias de los bufetes estadounidenses en sus diferentes causas, en representación decenas de miles de perjudicados, entre los que se encuentran familiares de fallecidos por el COVID-19, sanitarios que se han contagiado por falta de equipos y empresas afectadas por la crisis económica producida por el virus.
«La teoría del origen natural, aunque ampliamente aceptada, carece de un apoyo sustancial. Sin embargo, la teoría alternativa de que el virus puede haber venido de un laboratorio de investigación está estrictamente censurada en las revistas científicas revisadas por homólogos«, dice el informe.
El SARS-CoV-2, nombre científico del COVID-19, afirma la científica, «muestra características biológicas que son incompatibles con un virus zoonótico de origen natural. En el presente informe se describen las pruebas genómicas, estructurales, médicas y bibliográficas que, consideradas en conjunto, contradicen fuertemente la teoría del origen natural».
La primera evidencia demuestra, a su entender, que «el SARS-CoV-2 debería ser un producto de laboratorio creado utilizando los coronavirus de murciélago ZC45 y/o ZXC21 como plantilla o columna vertebral. Sobre la base de la evidencia, postulamos además una ruta sintética para el SARS-CoV-2, lo que demuestra que la creación en laboratorio de este coronavirus es conveniente y se puede lograr en aproximadamente seis meses«.
THE YAN REPORT (INGLÉS) PARA DESCARGAR
La segunda indica que la proteína S habría sido manipulada para infectar a las personas. «La proteína S habría sido manipulada artificialmente, después de lo cual el virus adquirió la capacidad de unirse a ACE2 e infectar a los seres humanos» y sostienen que «estas transformaciones han llevado a que el virus del SARS-CoV-2 se convierta eventualmente en un patógeno altamente transmisible, de aparición oculta, letal, sin secuelas claras y masivamente disruptivo», se puede leer en el informe en inglés.
La tercera evidencia final dice que hubo ingeniería genética en la secuencia del genoma. Es decir, que se manipuló y su creación, por lo tanto, es artificial.
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«La secuencia del genoma del SARS-CoV-2 probablemente se ha sometido a ingeniería genética, a través de la cual el virus ha ganado la capacidad de dirigirse a los seres humanos con mayor virulencia».
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La doctora china propone, en sus conclusiones, que se lleve a cabo una auditoría –de la mano de la comunidad internacional– al Laboratorio de Bioseguridad Nivel 4 del Instituto de Virología de Wuhan, de donde está convencida que se creó el COVID-19, y a sus colaboradores cercanos. «Tal investigación debería haber tenido lugar hace mucho tiempo y no debería retrasarse más».
Yan afirma que, motivos aparte, «los siguientes hechos acerca del SARS-CoV-2 están bien documentados»:
«1. Si fuera un producto de laboratorio, el elemento más crítico en su creación, el virus de la espina dorsal/plantilla (ZC45/ZXC21), es propiedad de los laboratorios de investigación militar.
«2. Es probable que la secuencia del genoma del SARS-CoV-2 haya sido objeto de ingeniería genética, gracias a la cual el virus ha adquirido la capacidad de dirigirse a los seres humanos con mayor virulencia e infectividad.
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«3. Las características y los efectos patógenos del SARS-CoV-2 no tienen precedentes. El virus es altamente transmisible, de aparición oculta, se dirige a múltiples órganos, tiene secuelas poco claras, es letal y está asociado con diversos síntomas y complicaciones.
«4. El SARS-CoV-2 causó una pandemia mundial, cobrándose cientos de miles de vidas y cerrando la economía mundial. Tiene un poder destructivo como ningún otro».
El Gobierno chino ha tratado, por todos los medios, desde el comienzo de la pandemia, de conjurar precisamente este relato de los hechos, que fue creado artificialmente como un arma biológica, pero que, de alguna manera, se les escapó del Laboratorio de Bioseguridad Nivel 4 de Wuhan.
El testimonio de la doctora Yan vuelve a poner de nuevo el dedo en una teoría que cobra fuerza cada día que pasa.
CUATRO DEMANDAS CON UN CAMINO DIFÍCIL POR DELANTE
Sobre el papel, las posibilidades de éxito de las cuatro demandas interpuestas parecen remotas por la existencia de la Ley de Inmunidad de Soberanía Extranjera de 1976, que dispensa a los gobiernos extranjeros una inmunidad general frente a la mayoría de las demandas judiciales que contra ellos se puedan presentar en los Estados Unidos.
Sin embargo, hay ciertas excepciones. Una de ellas es la violación de convenciones y tratados internacionales.
“La razón por la que China no tiene inmunidad es porque alegamos que han violado convenciones y tratados internacionales en cuanto a la creación de lo que es, en efecto, un arma biológica terrorista”, argumentó el abogado conservador Larry Klayman a la revista Newsweek sobre la demanda que impulsa en Texas en nombre de «Freedom Watch».
La demanda alega que el COVID-19 fue creada por el gobierno chino como arma biológica y fue liberada por el Instituto de Virología de Wuhan, ubicado en Wuhan, China, donde se originó el brote de coronavirus.
“Aunque parece que el virus COVID-19 fue liberado en un momento no previsto e inesperado, fue preparado y almacenado como arma biológica para ser utilizado contra los supuestos enemigos de China, incluyendo, entre otros, al pueblo de los Estados Unidos”, dice la demanda interpuesta por Klayman.
El abogado tiene ante sí el desafío de convencer a los jueces estadounidenses de que la conducta de China se ajusta a la definición de terrorismo internacional.
Fuente: https://confilegal.com/20200919-el-testimonio-de-li-meng-yan-la-virologa-china-que-dice-que-el-covid-10-fue-creado-en-un-laboratorio-da-fuerza-a-las-4-demandas-contra-china-en-eeuu/amp/
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