La derecha, la más militante en la defensa de la cultura del esfuerzo y la meritocracia desde el punto de vista propagandístico, es la que más hace en contra del mérito y a favor de la perpetuación de los privilegios.
Hace 20 años Bubbles arrastraba un carro de chatarra en la serie The Wire y daba una lección de sabiduría popular para definir la influencia del origen a la hora de determinar tu suerte y tu progreso: "La diferencia entre empujar un carro lleno de chatarra y uno lleno de comida es el barrio donde naces". La meritocracia no es solo un relato interesado, tiene que ser una aspiración. Los que negamos la existencia del mérito cómo factor determinante para lograr el progreso en las sociedades capitalistas lo hacemos porque precisamente aspiramos a que algún día sea el mérito el factor relevante por encima del origen, la familia o el capital social y cultural. Si de algo come el pobre es de su esfuerzo, si algo sufre es su origen.
No hay nadie que desee más el mérito como un factor determinante que los críticos con el relato de la meritocracia y no hay nadie que haga más en contra del talento que los defensores del relato de la meritocracia como un hecho cierto en nuestras sociedades. La derecha, la más militante en la defensa de la cultura del esfuerzo y la meritocracia desde el punto de vista propagandístico, es la que más hace en contra del mérito y a favor de la perpetuación de los privilegios. Todas sus políticas están destinadas a establecer diques para que la clase trabajadora no pueda mejorar su situación y que sea la burguesía, los que más tienen, los que sigan viviendo bien sin necesidad de esforzarse, sin perder su posición, solo por vía filial y dando preferencia al capital social, cultural o económico.
Creer en la meritocracia no es una exposición pública ni un discurso vacío, es un compromiso con unas políticas que reduzcan la desigualdad y en contra de aquellas que están destinadas a preservar los privilegios. La derecha en sus políticas públicas no engaña, están destinadas a preservar el acceso mediante el capital y las relaciones a los puestos de representación social y los mejores espacios laborales. La educación es el valor fundamental sobre el que sustentan su estatus a costa de segregar a los que menos tienen. La educación privada y concertada es la clave de bóveda fundamental sobre la que se sustenta la diferencia, no se mide el esfuerzo cuando se paga por ir a un colegio como El Pilar destinado a establecer una red de contactos que aseguren el acceso a los mejores puestos de trabajo. La depauperación de la educación pública tiene como objetivo principal seguir construyendo muros que hagan más difícil a la clase trabajadora subirse a un montacargas que tiene el mecanismo oxidado. No existe posibilidad de medir el mérito cuando los estudiantes pobres estudian en barracones o en aulas atestadas con ratios por encima de 40 alumnos mientras otros pueden pagar 6.000 euros al mes para llevar a su hijo a un colegio con tutorías individualizadas.
No solo es la educación privada la que favorece la derecha en sus políticas. Todo aquello que precise de una tasa para mejorar la situación previa que permita desarrollar el mérito va en contra de la posibilidad de medir el talento en igualdad. La sanidad privada permite tener unas mejores condiciones de salubridad, sobre todo en un momento en el que una pequeña enfermedad no hay posibilidad de tratarla con una atención primaria devastada que hace imposible recibir atención temprana para mantener una salud aceptable con la que poder tener una base estable desde la que poder estudiar, trabajar o prepararte. La degradación de la sanidad pública es prever una ventaja para quien pueda pagarse un seguro médico. La fiscalidad es otro de los elementos que la derecha tiene claros a la hora de evitar la meritocracia para que los suyos, los que ya tienen el poder, los que siempre lo han tenido, lo sigan teniendo. La redistribución de la riqueza y la justicia social es imprescindible para establecer las bases de igualdad que permitan establecer un sistema en el que el mérito, el talento y el esfuerzo sean las bases fundamentales sobre las que se sustente nuestra comunidad. No puede existir meritocracia cuando los hijos de la burguesía y la clase trabajadora parten de diferentes puntos a la hora de comenzar la carrera. Es más fácil salir victorioso si partes desde el barrio de Salamanca.
El mérito importa poco cuando tienes el dinero de la familia como red e importa poco cuando no tienes el dinero de la familia como red. El fracaso o el éxito lo miden el dinero de la familia para poder prosperar. Si lo tienes acabarás logrando tus objetivos, si no lo tienes el mérito no va a servirte. Mariana Calderón es hija del abogado Ramón Calderón y expresidente del Real Madrid, la emprendedora montó una empresa de ropa infantil y describió, sin ella saberlo, la importancia del mérito a la hora de prosperar: "Empecé sin ningún miedo. Tenía una corazonada y la llevé a cabo. Sin plan de negocio, ni ningún Excel. Pensaba que si me ilusionaba tanto el proyecto, tenía que funcionar seguro. Todo eran ganas e ilusión, trabajaba las horas que hicieran falta y me daba igual ganar o no dinero". Todos entendemos lo fácil que es sacar adelante un negocio cuando no te importa el dinero, cuando no necesitas el dinero. 'Earn' Marks en la serie Atlanta define de manera rotunda los límites del emprendimiento para los pobres. "Soy pobre, Darius, la gente pobre no tiene tiempo para inversiones, porque la gente pobre está muy ocupada intentando no ser pobre. Necesito comer hoy, no en septiembre".
No vivimos en una sociedad en la que el mérito tenga especial relevancia a la hora de dirimir quién ocupa los puestos de dirección ni los trabajos mejor remunerados, es el capital previo el que lo define. La sociedad del futuro, la aspiracional, tiene que poner el mérito en el centro como el valor fundamental que prime en la selección del progreso tras limar las desigualdades de la manera más ambiciosa posible, pero creando una sociedad redistributiva que no segregue, desprecie ni abandone a quien no logra trascender. De cada cual según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades.
Fuente: La Sexta
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